sábado, 25 de febrero de 2012

Faro


Son más de la una de la madrugada y encontrar la linterna en la oscuridad de una noche como esta es como tantear el destino. Puede ser que encuentre un tacto rugoso que no me gusta y, entonces, volteo inmediatamente al costado izquierdo antes de hacer ruido, a ver si por casualidad aparece la suavidad que necesito en la yema de mis dedos tímidos. Porque yo no veo nada. Pero, la suavidad resulta, que no sé qué textura tiene, ni tampoco conozco exactamente sus palabras predilectas. Quizás, sí conozco el color de sus sueños, pero los sueños tienen miedos y los miedos llevan mucha vida a cuestas. Mis sueños solían ser de colores y me perdí tantas veces en los verdes y en los azules y también en los marrones de las retinas ajenas.
Los sueños, mis sueños, tenían formas infinitas, a veces eran redondas, otras agudas e incluso alguna vez geométricas. Pero ahora,...quiero inventar colores que no existen, formas imposibles que desafíen la gravedad y palabras que nunca haya mencionado nadie y que formen parte de un alfabeto ignoto ; porque estoy cansada de mis palabras.
Usé palabras tantas veces,... fui tantas veces palabras.
Y es que en realidad, busco ungüentos milenarios de esos que tienen que ver con el alma. Y a ratos desisto en la batalla porque este vacío me aterra, ¡tengo demasiada vida para paralizar la magia!
Entonces me mezco en las olas suaves del recuerdo y me doy cuenta que me he cansado de la marea transitada, porque ya no me sirve esta vieja y conocida marejada. El agua cuando no corre, se pudre porque se estanca.
Por fin quiero volar a otros sitios, quiero ver como amanece la luz de otro alba. Un faro es el lugar idóneo para ver como se despierta la mañana. Siempre amanece despacio,...¿te has fijado que los faros nunca se apagan?