sábado, 27 de noviembre de 2010

Como una sandía en verano


Podrá suceder que un día te levantes y mires tu piel y no la reconozcas. La sentirás rugosa y antipática, casi tanto como tener los pies fríos o evocar un nombre que ha perdido su forma.
Podrá suceder que, al mismo tiempo, te intentes tocar y no te encuentres,...será como jugar al escondite, pero al del nivel más alto: el escondite de tu memoria.
También podría pasar que mires tus manos y se muevan solas, es probable que no necesiten órdenes porque ahora tienen vida propia.
Quizás, y sólo si eso te pasa un día, querrás correr sin detenerte hasta que te frene la línea del mar, de un tren o de una montaña. Pero si llegas al mar saldrás nadando, te subirás al tren o escalarás la montaña.
Podrá suceder, entonces, que decidas no moverte y dejar que la vida te mueva. ¿Hacia dónde? No hagas preguntas,... sólo deja que la vida te llueva.
Podrá suceder que una voz te embriague y no sepas porqué ni cómo pero que te empape hasta el alma, como empapa el rocío a la noche a la hora que se despereza el alba.
Sucederá que el olor del jazmín no será el mismo, que tus dedos corretean y que tus sueños quieran darte la fórmula del color que los entraña. Y parecerá, para ese momento, que la vida se abre entera, como una sandía en verano...como una sonrisa blanca.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Contigo



Nunca imaginé que existiera el placer de sentir este dolor sagrado. Nunca imaginé que la destrucción pudiera ser tan sublime y que mis lágrimas brotaran algún día, lejos ya de la tristeza,como ríos en los que tú nadas como un pez azul y diestro.
Nunca imaginé que en este camino encontraría una voz de arrullo, de rectificación a veces, de juego en otras. No contaba con tu voz cercana, ni con tu acento conocido... no contaba contigo.
No contaba contigo y lo agradezco porque tú no cuentas ni hasta dos ni hasta 10 como dice Benedetti, tú eres amor y entendiendo te digo: somos uno.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Debo contarte...




Debo contarte tantas cosas en esta extraña mañana.
¡Debo gritarte mi amor inmenso!
¡Debo fundirte intacta en mi pecho!
Debo acallar este llanto,
secar estas lágrimas que en otros días,
secaron tus manos.
Debo aprender a extasiarme con las tonalidades rosas que trae la tarde,
con las redondas nubes que suspende el aire,
o con las buganvillas de tu jardín, ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas, abuela, de los chalecos interminables que tejías?
Los mismos que calentaron mi cuerpo,
que cubrieron mi pena,
que arroparon mi angustia.
¿Te acuerdas de los crucigramas inconclusos que te perseguían?
¿Te acuerdas de Rubén Darío?
Y, de tus poesías ¿te acuerdas?

¿Te acuerdas de tu voz serena y tus caricias tibias?
¿Te acuerdas del "olor a tierra" después de la lluvia en Barnechea?
¿De tus historias incontables y tus maldades buenas?

Yo pasearé contigo cada tarde, recorreré de tu mano el jardín para aplaudir cada brote, para felicitar cada flor nueva y emocionarme a tu lado cuando el picaflor pase volando.
Subiré inquieta a contarte que los niños se han robado las castañas que han caído,
y te llevaré el olor a almendro junto con los primeros duraznos que bote el duraznero.
Y cuando la tarde se adormezca y la tibieza del estío flote en tu habitación de muñeca, me sentaré a tu lado a escuchar que cuentas de aquellos días de risas
en los que solías ser princesa.
Y cuando la noche oscurezca la soberana cordillera,
cuando canten los sapos del arroyo,
duerman tus zorzales y tu luna aparezca,
te cantaré:
"A la Rurrupata que parió la gata, cinco borriquitos y una garrapata..."
Iré a buscarte vestida de reina, volaremos juntas en una bandada de gaviotas,
saludaremos a cada estrella y le pondremos nombre a las rosas.
Construiremos inmensos castillos de arena, en la orilla de un mar galáctico,
del que te elegirían sirena sus habitantes acuáticos.
Te nombraré monarca de un país mágico en el que ya no exista la pena,
y donde se extinga el llanto.

Debo contarte tantas cosas en esta extraña mañana...
¡Debo decirte que te amo!
Debo gritarte que te extraño.


El Palmar, Conil de la Frontera.
Julio de 2001.