Nunca imaginé que existiera el placer de sentir este dolor sagrado. Nunca imaginé que la destrucción pudiera ser tan sublime y que mis lágrimas brotaran algún día, lejos ya de la tristeza,como ríos en los que tú nadas como un pez azul y diestro.
Nunca imaginé que en este camino encontraría una voz de arrullo, de rectificación a veces, de juego en otras. No contaba con tu voz cercana, ni con tu acento conocido... no contaba contigo.
No contaba contigo y lo agradezco porque tú no cuentas ni hasta dos ni hasta 10 como dice Benedetti, tú eres amor y entendiendo te digo: somos uno.
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