
Ay yayay, la nota entra y se cuelga por el lado derecho de mi pecho y gira; se estira y se contrae,...ay yayay, hace fuerza y se acalambra.
Ay yayay, se contonea...y se expande, parece querer ocupar todo el espacio infinito de mi alma. Se retuerce en esterores y me quejo, ay yayay...mis manos no llegan y mi cabeza, a veces se desata.
Ahora ponte de pie y baila.
Ay yayay, tengo notas en mi pecho. Si afino el oído, puedo oirla: es la música del alma. Sinfonías bautismales, melodías sacras, el alma se ha perdido en África y el vellocino de oro lo guardo debajo de mi cama.
¿Y la esencia y la corrupción de la manzana? ¿Y la alquimia de las tormentas? ¿Y París y las lunas plateadas?
¿Y las gotas de la sabiduría? ¿Y mis antípodas enfurecidas? ¿Acaso nadie sabe dónde está el ancla?
Yo la he visto y reina los mares, tan pesada como el acero, tan inmensa como la nada.
Un universo entre tus dedos y una caricia mal gastada.
Ay yayay, se alejan los días de septiembre, ay yayay mi nostalgia se embarca.
Guen registro caurita, guija ayayay. Son las palabras que confian en ellas mismitas, como las gueltas del agua: arriba, abajo, a tu lado, pa entro.
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