miércoles, 16 de junio de 2010

Mi réquiem, Tu réquiem.


Ayer volvía a casa al crepúsculo del día, cuando el sol se despide sonrojado y se refleja en el aire. Cruzaba el parque pensando en la amalgama de seres que convivimos en este reducto y la cantidad de historias lejanas que reposaban en el césped del Parque de la España Industrial. Llegaban de Perú las voces, desde la India los ojitos de los niños, desde Marruecos las sonrisa fascinerosa del que me observaba un poco más atrás. Me senté, tranquila, a descifrar el color del ocaso urbano, maniqueado, casi sucio. Prostituído pero aún salvable, sólo por el poquito de sol anaranjado que se precipita cada tarde.
Extrañé tanto Chacagua, Punta Cometa...extrañé tanto tu puesta de sol y mis lunas. Extrañé tanto el mar negro haciéndole de cuna a la magia nocturna...

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