lunes, 19 de abril de 2010

Gotas


Siempre me he preguntado qué sentirán las gotas cuando se suicidan hacia el abismo que hay después del ojo; si al desparramarse en el pecho de otra persona o al desaparecer entre las fibras de un clínex, tendrán tiempo suficiente para rememorar los momentos más felices de su acuosa vida o para pedir perdón por todos los pecados que no han cometido.
Tampoco sé (y me gustaría), si llorar todo un día podría deshidratarme, o si el salitre que guardan daña el cutis o favorece las arrugas.
¿Es corta la vida de una gota? ¿o es tan larga como la pena que arrastran?
Quisiera saber el número exacto que alguien es capaz de soltar expresamente, porque hay algunas que se escapan; avisan, al uso, con un tenúe calor en el párpado, pero para entonces, no hay manera de pararlas. Y se dirigen, con alevosía y parsimonia hacia la superficie ocular de la vergüenza.
Algunas son tímidas y otras no tanto. Algunas pesadas como rocas y otras ligeras y sinuosas; las hay de tibieza media y sofocantes como el infierno.
¿Cuánto pesa una gota? ¿se mide su capacidad en mílilitros o en la cantidad de suspiros que se llevan a su paso?
Las hay tristes pero también contentas. Las he visto de colores y oscuras como la boca de un lobo. Analgésicas, divertidas, traicioneras, dicharacheras, adoloridas, lentas, individuales o en grupo...Siempre me he preguntado en qué idioma hablan las gotas.

1 comentario:

  1. ME GUSTA CUANDO ESCRIBES PORQUE ESTAS PRESENTE.................

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