viernes, 30 de abril de 2010

Runrún


Siempre que salía del metro, a aquellas horas poco aconsejadas,solía seguir la misma trayectoria. Siempre audaces borrachos, y demasiado jóvenes pensaba, en la entrada de aquella disco innombrable...quedaba tan lejos. La misma pared de grafitties con aquel hierro que un día por poco te deja sin ojos y la plaza de noche desamparada.
Antes de cruzar la esquina solía preguntarse el lugar del bolso donde se escondían sus llaves, porque normalmente las puñeteras costaban. Pero aquella noche era distinto por que esa esquina ya no era de ella.
Cierto, ella ya no estaba.
Oía, a menudo, el murmullo del calentador del agua que tampoco era la misma, ya no reconocía el timbre de los sábados por la mañana. El agua está tibia, pensó, pero claro...el verano está que amenaza. Lavó sus sábanas y limpió las alfombras, regó sus plantas y aireó sus páginas, pero claro...tú, creo que ya no estabas.
¿Ya te has ido? le sugirió al viento que aquella noche no le decía nada. ¿Te has ido y no me lo has dicho? le preguntó, de nuevo, medio dormida o, tal vez, medio borracha.
Sólo escucha el runrún de su cuerpo a esta hora,...No hay nada más, se convence, al final..., aunque quisimos, ¿no nos queda nada?

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