Imprescindible, para mí eres imprescindible, le dijo mientras se tocaba el pelo con nerviosismo.
Al escucharlo sintió como cada poro de su piel se cerraba en un efecto similar al de los gatos cuando se encrispan ante un peligro. Efectivamente, sintió como el peligro se instalaba en su cuerpo después de oir esa frase, esa confesión desaventurada que ella no era capaz de callar más, que ella necesitaba gritar para que todos lo oyéramos.
-No puedo soportar tus manifestaciones de amor constantes, ¿es que acaso tienes que gritarlo a los cuatro vientos?
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