viernes, 31 de diciembre de 2010
Soltar amarras
He hundido los dedos en el centro de mi pecho y el abismo continúa más allá de las costillas. ¿Dónde se esconde la esencia? ¿Cuánto más debo hurgar para llegar hasta ella?
Me alejo del epicentro y vuelvo a soltar amarras, de la misma manera que retengo estas lágrimas a punto de suicidarse otra vez. Perdí la fórmula de la anestesia en algún bar o naufragó dentro de aquel bolso de colores que no vi más después de este verano.
Ya no me habla el viento…no descifro sus palabras porque hay demasiado ruido en mitad de la nada. Me azota incesante el levante y no retengo más que un murmullo inocuo, recuerdo de la vacuidad de tus caricias, souvenir de un amor melifluo de esta década extraña.
He hundido la cabeza en mi pecho…y no queda otra alternativa, es lo que lo dice el viento: debo soltar amarras.
Caños de Meca,
31 de diciembre de 2010.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
¡La besé tantas veces bajo el cielo infinito!
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Como no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido,
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise!
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta, la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda
sábado, 27 de noviembre de 2010
Como una sandía en verano
Podrá suceder que un día te levantes y mires tu piel y no la reconozcas. La sentirás rugosa y antipática, casi tanto como tener los pies fríos o evocar un nombre que ha perdido su forma.
Podrá suceder que, al mismo tiempo, te intentes tocar y no te encuentres,...será como jugar al escondite, pero al del nivel más alto: el escondite de tu memoria.
También podría pasar que mires tus manos y se muevan solas, es probable que no necesiten órdenes porque ahora tienen vida propia.
Quizás, y sólo si eso te pasa un día, querrás correr sin detenerte hasta que te frene la línea del mar, de un tren o de una montaña. Pero si llegas al mar saldrás nadando, te subirás al tren o escalarás la montaña.
Podrá suceder, entonces, que decidas no moverte y dejar que la vida te mueva. ¿Hacia dónde? No hagas preguntas,... sólo deja que la vida te llueva.
Podrá suceder que una voz te embriague y no sepas porqué ni cómo pero que te empape hasta el alma, como empapa el rocío a la noche a la hora que se despereza el alba.
Sucederá que el olor del jazmín no será el mismo, que tus dedos corretean y que tus sueños quieran darte la fórmula del color que los entraña. Y parecerá, para ese momento, que la vida se abre entera, como una sandía en verano...como una sonrisa blanca.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Contigo
Nunca imaginé que existiera el placer de sentir este dolor sagrado. Nunca imaginé que la destrucción pudiera ser tan sublime y que mis lágrimas brotaran algún día, lejos ya de la tristeza,como ríos en los que tú nadas como un pez azul y diestro.
Nunca imaginé que en este camino encontraría una voz de arrullo, de rectificación a veces, de juego en otras. No contaba con tu voz cercana, ni con tu acento conocido... no contaba contigo.
No contaba contigo y lo agradezco porque tú no cuentas ni hasta dos ni hasta 10 como dice Benedetti, tú eres amor y entendiendo te digo: somos uno.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Debo contarte...
Debo contarte tantas cosas en esta extraña mañana.
¡Debo gritarte mi amor inmenso!
¡Debo fundirte intacta en mi pecho!
Debo acallar este llanto,
secar estas lágrimas que en otros días,
secaron tus manos.
Debo aprender a extasiarme con las tonalidades rosas que trae la tarde,
con las redondas nubes que suspende el aire,
o con las buganvillas de tu jardín, ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas, abuela, de los chalecos interminables que tejías?
Los mismos que calentaron mi cuerpo,
que cubrieron mi pena,
que arroparon mi angustia.
¿Te acuerdas de los crucigramas inconclusos que te perseguían?
¿Te acuerdas de Rubén Darío?
Y, de tus poesías ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas de tu voz serena y tus caricias tibias?
¿Te acuerdas del "olor a tierra" después de la lluvia en Barnechea?
¿De tus historias incontables y tus maldades buenas?
Yo pasearé contigo cada tarde, recorreré de tu mano el jardín para aplaudir cada brote, para felicitar cada flor nueva y emocionarme a tu lado cuando el picaflor pase volando.
Subiré inquieta a contarte que los niños se han robado las castañas que han caído,
y te llevaré el olor a almendro junto con los primeros duraznos que bote el duraznero.
Y cuando la tarde se adormezca y la tibieza del estío flote en tu habitación de muñeca, me sentaré a tu lado a escuchar que cuentas de aquellos días de risas
en los que solías ser princesa.
Y cuando la noche oscurezca la soberana cordillera,
cuando canten los sapos del arroyo,
duerman tus zorzales y tu luna aparezca,
te cantaré:
"A la Rurrupata que parió la gata, cinco borriquitos y una garrapata..."
Iré a buscarte vestida de reina, volaremos juntas en una bandada de gaviotas,
saludaremos a cada estrella y le pondremos nombre a las rosas.
Construiremos inmensos castillos de arena, en la orilla de un mar galáctico,
del que te elegirían sirena sus habitantes acuáticos.
Te nombraré monarca de un país mágico en el que ya no exista la pena,
y donde se extinga el llanto.
Debo contarte tantas cosas en esta extraña mañana...
¡Debo decirte que te amo!
Debo gritarte que te extraño.
El Palmar, Conil de la Frontera.
Julio de 2001.
sábado, 2 de octubre de 2010
Flores
Me dijeron que la belleza era efímera pero no pensaba el enseñante en lo imperecedero de tu acrílico bermellón. Me parece que tampoco se fijó en la eternidad del ámbar que reposa en la manzanilla o en el malva dulzón de tus violetas. No sabía él de las flores que inundan tu cristalino ni de cerca olió los claveles que hay en tu retina.
Te imagino sumergido en tu taller y en tus telas. Se te ha escapado una pincelada roja por el lienzo y decides retar su forma. La acaricias con la paciencia del artesano hasta dominarla y, mientras se amansa, la cortejas con destellos cítricos y la seduces, quizás, con la inmensidad del cobalto que flota en tu nostalgia.
Buscas la distancia prudencial entre la tela y el pintor y vuelves a mirar la pincelada. El trazo se ha convertido en pétalos y los pétalos en flores y las flores en color, en vida y en fragancia. Es definitivo, ha tenido lugar la alquimia. La ciencia oculta del artista te ha vuelto a revelar su fórmula.
Y, es que eso es tu creación, un sublime acto de magia. Un inexplicable espacio para el misterio donde la belleza habla.
Para José Antonio.
domingo, 26 de septiembre de 2010
aequivocatĭo
La palabra "equivocación" proviene del latín aequivocatĭo y yo no aprendí latín en el colegio.
A veces, la encuentro envuelta en otras palabras que salen con vehemencia por mi boca. Y, justo ayer me parece haberla visto en los puños de un adolescente rabioso.
Es dura y sabe amarga, contesta impertinente y huye casi cada fin de semana; muestra una afanosa impermeabilidad a los ungüentos e inciensos arabescos y es tan indeleble como las cicatrices o las líneas de Nazca.
Si la pronuncias, suena como una continuidad de letras incómodas con cacofonía desagradable, que no sé si será fricativa, interdental o palatal porque nunca me gustó esa parte de la gramática articulativa. Y me da lo mismo...porque tengo lengua y con eso basta.
Es, más bien, un constante pellizco en el pecho, como un breve paréntesis en la respiración.
Las palabra "equivocación" tiene dientes, ojos y uñas que arañan porque las palabras se sienten. De eso ya no me cabe la menor duda.
sábado, 25 de septiembre de 2010
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Hay un corazón en tu buzón
Son curiosas las cosas que a Gustavo le hacen saltar cuestionamientos que, a veces, ocupan gran parte de su día. Pequeños acontecimientos que nutren su imaginación, un ser temerariamente independiente que funciona de cálido refugio a muchos días en los que el mundo muestra sus dientes.
Un perro blanco ladra desde la terraza de un ático en Barcelona como si entonara un melancólico fado, ¡cuánta soledad habita en los áticos!
Un indigente, con el fin de dormir cómodo, ha cerrado con llave el cajero del banco donde duerme apaciblemente ajeno al ajetreo matinal. Fuera, un ejecutivo gordo con el crédito de su visa dorada echando humo, maldice al feliz soñador que no despierta ni a bombazos mientras una mujer policía lo mira con gesto impotente. ¿Cuál será el límite de crédito para la arrogancia en las visas doradas?
El florista de su barrio, gitano y homosexual, hace unos días le vendió un fertilizante para su ficus que ha terminado con las pocas hojas que le quedaban a la famélica planta. ¡Con razón las plantas de exposición del pérfido florista son de plástico de colores!
Pero hoy, hoy ha sido diferente...esta mañana Gustavo no buscaba acontecimientos y sin comerlo ni beberlo se ha encontrado con uno que lleva días dándole vueltas. Al estilo de los anuncios de compra de pisos que se reparten buzón por buzón y con caligrafía manuscrita, ha encontrado en el buzón de su casa el siguiente panfleto:
“Señor de 37 años, busca relación de pareja seria. Por favor, abstenerse las bromas. Interesadas, llamar al teléfono: XXXXXXX”.
¡Madre de Dios!, parece que el amor ya se reparte hasta por Correos –o, por lo menos prueba suerte-. Y es que las formas se multiplican: de internet al buzoneo, de anuncios en los periódicos a las frases escritas con tiza en paredes, de los grafitties a las videoconferencias y los chats, de las fotos con el móvil a las notas de amor en los bolsillos, de las camisetas con corazones a los vuelos de lowcost. Y no ha podido dejar de darle vueltas porque parece que aunque nos equivoquemos, aunque con miedo o torpemente, al final sea de la forma que sea, todos estamos buscando lo mismo.
jueves, 26 de agosto de 2010
Deià
A esta hora los olivos son del color de la plata y el aire cálido me habla palabras de la tramontana. Un vaivén y una caricia, sacudidas y el silencio. Un efímero silbido ahogado... vuelvo siempre a este silencio anciano.
He mecido en tus olas dolores que tenían nombre y he desparramado mi amor furtivo camino a tu cala insomne. También he compartido estrellas, me he buscado y me he encontrado. En tu roca, que por las noches es tibia, he cometido adulterio y me embriago de ánima negra para sacudir mi alma cuando llega enferma.
A veces escucho el mar al ocaso y charlo con el silencio húmedo que te recorre.
A esta hora los olivos son del color de la noche y me susurran los grillos en su lenguaje monocorde.
domingo, 22 de agosto de 2010
Tu lupa
Intento escribirte y no puedo, parece que mis palabras siguen de luto.
Hoy he olido tu pipa y he mirado a través de tu lupa de oftalmólogo para ver cómo oteabas desde allí la vida. Veías tan grandes las pequeñas cosas que algo tan ínfimo como la retina para tí rozaba, simplemente, lo infinito.
El infinito donde navegas ahora.
No puedo escribirte una despedida señor de las palabras rebuscadas, de los habanos insolentes y de los tangos redentores. Mi viejito de cristal, de ojos verdes y coherentes.
No quiero llorar, señor del razocinio. Sólo sé que extrañaré tu voz raspada, probablemente, siempre. Ahora sólo sé que la Habana está triste y qusiera que me explicaras la ciencia para llenar este pedacito de ausencia con el que me quedo.
No quiero llorar, doctor. Sólo quiero que me muestres el lugar del cristalino que me falla, porque miro por tu lupa y por más que busco no te encuentro.
martes, 10 de agosto de 2010
Ni más ni menos
Si pudiera mantener intacto este momento mío, de mi, de yo...este momento tranquilo, sólo conmigo, de mi, de yo.
Me inundo de mi y me respiro. Me huelo al jazmín de mi patio y al jacarandá violeta de una calle austral. Me respiro y respiro ciento tresmil olores, huelo infinidad de caricias, olfateo un sinfín de soles.
La complejidad de este puzzle me ha traido hasta aquí y todavía no encuentro el sentido, sólo sé que el tiempo me dirá si valió la pena lo dolido. Pero el dolor, al final, se desvanece y detrás quedan olores y caricias y soles que atardecen y lunas que amanecen.
Sólo necesito ver cómo corretean mis sueños y no preciso despertadores, ni cremas humectantes, ni autobuses, ni ordenadores para darles marcha...sólo me necesito, desdibujada, enamorada o hambrienta; risueña, solitaria o con prisas. Ni más ni menos, sólo abrazarme y perpetuar este momento mío,.. de mi,... de yo.
martes, 3 de agosto de 2010
Marabunta
Según el diccionario, el término hormiga guerrera, hormiga legionaria o marabunta se aplica a más de 200 especies de hormigas de diferentes subfamilias y géneros, que se caracterizan por su agresivo comportamiento depredador, su carácter nómada y sus incursiones o «razias» en las que un enorme número de hormigas se adentran en un área, atacando a sus presas en masa.
La marabunta no deja nada a su paso. Creo que he sido víctima de un ataque de marabunta.
domingo, 25 de julio de 2010
Azul
Si pudiera penetrar mi pecho y tocar lo que hay dentro, ¿cómo sería la textura de mis sentimientos? Me gustaría teñirlos del azul que tiene Marruecos, el que se mezclaba con tus ojos y encabeza cada noche mi sueño.
Hoy quiero sentir,... hoy no quiero pensar ni sonreir por cortesía, hoy sólo quiero sentir.
Siento,... siento que la vida puede volar en un momento y que un grito ahogado entre manos torpes puede quedarse sellado para siempre en el esófago. Siento que la oscuridad ya no es buena compañera y que me asustan las esquinas inciertas. El miedo no tiene forma ni nostalgias, no hace preguntas ni es discreto; el miedo se instala y te recorre poro a poro y pensamiento a pensamiento. Al miedo le es igual la lejía, los detergentes o los estropajos, al miedo lo frotas y aprieta con más fuerza. Si más frotas, más se aferra. Y ¿los hematomas?, los hematomas aunque desaparecen al cabo del tiempo, tienen memoria.
También Formentera es azul, ¿te acuerdas?
Sigo sintiendo y ahora siento que quiero que se acabe la función, que estoy harta de este papel cansino, que me bajo de este carro con la dirección estropeada, que cierro taquilla por traspaso y que los interesados pueden llamar al contacto que figura en la firma.
Y por sentir, siento cada poquito de aire estival que me recorre ahora. Y siento más, siento un lugar vacío en el ventrículo derecho y un poco de desgarro en el izquierdo. Siento la tibieza de la lágrima en mi mejilla y la superficie acuosa de mis ojos.
Siento también el tiempo perdido y la inapetencia y los sueños interrumpidos.
Siento las molestias causadas.
Siento cordialmente o simplemente,
Siento.
martes, 13 de julio de 2010
Nostalgias sui generis...
Necesito a alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza, que cocine guisos de madre,postres de abuela y torres de caramelo.
Que ponga tachuelas en mis zapatos
para que me acuerde que voy caminando,
y que cuelgue mi mente de una soga,
hasta que se seque de problemas y que me lleve...
Y que esté en mi cama viernes y domingos para estar en mi alma todos los demás días de mi vida. Y que me quiera cuando estoy, cuando me voy, cuando me fui,
y que sepa servir el té, besarme después y echarse a reír.
Y que conozca las palabras que jamás le voy a decir
y que no le importe mi ropa, si total me voy a desvestir
... para amar.
miércoles, 30 de junio de 2010
Golondrina
Consideremos que tengo sueño, también que la canícula ha llegado impenitente al borde de mi cama, la misma de la que a veces pienso que ya estoy harta.
Consideremos que, a estas alturas, todavía se me olvida hacer la compra y que ya no me hago carreras en las medias pero que me cuesta contar los cardenales que sin saber por qué, ni cómo, ni cuando aparecen en mis piernas.
Consideremos que, para una vez que las cosas salen bien, hay que dejarlas estar y que acordarme de tus palomas me hace reír sola a carcajadas. Pensemos que vuelo y que anido a tu lado como las golondrinas.
Soñemos...soñemos pero en colores, porque en blanco y negro ya son los inviernos que no me gustan.
Riámonos de mí y sígueme hasta el rayo verde aunque sólo sea una tarde o tírate conmigo de una duna blanca. Imaginemos,... imagina que mi cabeza se queda vacía, ni tocs tocs, ni pocs, pocs, consideremos, simplemente, que en mi cabeza ya no quedan palabras.
miércoles, 16 de junio de 2010
Mi réquiem, Tu réquiem.
Ayer volvía a casa al crepúsculo del día, cuando el sol se despide sonrojado y se refleja en el aire. Cruzaba el parque pensando en la amalgama de seres que convivimos en este reducto y la cantidad de historias lejanas que reposaban en el césped del Parque de la España Industrial. Llegaban de Perú las voces, desde la India los ojitos de los niños, desde Marruecos las sonrisa fascinerosa del que me observaba un poco más atrás. Me senté, tranquila, a descifrar el color del ocaso urbano, maniqueado, casi sucio. Prostituído pero aún salvable, sólo por el poquito de sol anaranjado que se precipita cada tarde.
Extrañé tanto Chacagua, Punta Cometa...extrañé tanto tu puesta de sol y mis lunas. Extrañé tanto el mar negro haciéndole de cuna a la magia nocturna...
sábado, 5 de junio de 2010
Tres mil millones de mis latidos
Estoy aquí de paso, yo soy un pasajero.
No quiero llevarme nada, ni usar el mundo de cenicero.
Estoy aquí sin nombre y sin saber mi paradero,
me han dado alojamiento en el más antiguo de los viveros.
Si quisiera regresar ya no sabría hacia dónde.
Pregunto al jardinero y el jardinero no me responde.
Hay gente que es de un lugar, no es mi caso.. yo estoy aquí de paso.
El mar moverá la luna o la luna a las mareas.
Se nace lo que se es o se será aquello lo que se crea.
Yo estoy aquí perpleja, no soy mas que todo oídos,
me quedo con mi suerte y con tres mil millones de mis latidos.
Si quisiera regresar ya no sabría hacia cuándo,
el mismo jardinero debe estárselo preguntando.
Hay gente que es de un lugar, no es mi caso porque yo estoy aquí... de paso.
Los rayos de Juan
Al levantarse aquella mañana, Juan se dio cuenta que algo le faltaba, quizás el abismo al final de su boca producto de la extirpación del poco juicio que le quedaba era el motivo de aquella sensación incompleta.
Quizá le faltaba un brazo o le había abandonado la ilusión aquella noche mientras dormía. Juan se sentía tan ensimismado que la veía marcharse a paso cadencioso y no podía correr tras de ella. ¿Será que la ilusión empieza a ser cosa de niños?, se preguntó mientras se servía el primer café frío.
Juan tenía un secreto, tenía un regalo tan resplandeciente que cada vez que lo abría, se le escapaba un poco de luz. Y la luz de los rayos de un sol no se regenera..."sé cauto con tus rayos", le decían, "porque el que entra en la oscuridad se condena a vivir a ciegas".
Tiene ganas de caminar, de caminar hasta llegar a ningún sitio; de caminar hasta el sol que, únicamente, tenga los besos húmedos.
martes, 1 de junio de 2010
Calima
Nada más que el silencio me devuelve el tono de tu voz raspado y nada más que las islas me acunan y me duermo.
Me arrojo al precipicio de un horizonte desdibujado; me arrojo y duele y grito y lloro y maldigo y me desdigo. Y me arrojo porque me gusta sentir como el viento se frena en mi cara pero el viento también es calima, a veces, y abrasa y quema y deja a su paso innumerables cadáveres exquisitos.
La calima convierte en momias los recuerdos, diseca las caricias y petrifica los besos. La eternidad de la muerte se lee en sus partículas y yo ya no quiero ser eterna, ni pétrea ni momia...te cambio la calima por cuatro gotas de agua.
domingo, 9 de mayo de 2010
La coleccionista de palabras
Gloria tenía la irreprimible manía de meterse, cautamente, en las conversaciones ajenas. Estaba tan acostumbrada que, antes incluso de sentarse en el metro, oteaba las conversaciones del vagón y elegía el lugar más cercano a la que presumiblemente podía ser la más divertida.
Le costaba disimular, a veces, el fisgoneo y, más de una vez, había recibido cortantes miradas a su invasivo vicio o algún que otro improperio de un borracho interlocutor.
Gloria caminaba con un agujero negro en el pecho que nadie veía. A Gloria, la mentira la había dejado sin palabras y las buscaba en bocas ajenas y se evadía de su silencio iracundo. ¿Qué se hace con el dolor cuando ya no le quedan palabras?, se preguntaba.
Para ella el dolor tenía las formas más impensables, nunca imaginó que dos toallitas desmaquillantes aguardando en aquella basura podían llegar a dolerle tanto. Un poco de papel húmedo(aún)con pringue barato eran dos armas inconcientemente afiladas; lo suficiente como para desmaquillarle la palabra amor del poco léxico que le quedaba.
A Gloria le gustaban los locutorios del barrio donde vivía. De Perú la pelea, de Ecuador el suspiro enamorado, a veces...también algún que otro llanto. Se entretenía figurando las caras al otro lado del cable, recorría los lugares con la memoria del que ha viajado y se llenaba de palabras ajenas. Elegía, por supuesto, las más suaves,...nada de "anestesias", ni "mentiras", ni "rasguños": esas eran parte del silencio y el silencio no habla.
Cuando llegaba a casa se las sacudía de los bolsillos y las lavaba con agua fría hasta que, incluso, los acentos brillaban. Cuánto costaba limpiar la palabra "efervescencia", ¿sería por la "v" o por la ondulación sinuosa de la "s"?, no lo sabía pero... ¡cuánto costaba lavarla!
Después, abría aquel enciclopédico armario y las colocaba en orden alfabético, las miraba con satisfacción y cerraba la puerta de su cementerio de palabras robadas.
Mañana debo encontrar la "estrategia" y acabo por fin con la "e", pensó, mientras cerraba la puerta.
viernes, 30 de abril de 2010
Eyjafjälla
Runrún
Siempre que salía del metro, a aquellas horas poco aconsejadas,solía seguir la misma trayectoria. Siempre audaces borrachos, y demasiado jóvenes pensaba, en la entrada de aquella disco innombrable...quedaba tan lejos. La misma pared de grafitties con aquel hierro que un día por poco te deja sin ojos y la plaza de noche desamparada.
Antes de cruzar la esquina solía preguntarse el lugar del bolso donde se escondían sus llaves, porque normalmente las puñeteras costaban. Pero aquella noche era distinto por que esa esquina ya no era de ella.
Cierto, ella ya no estaba.
Oía, a menudo, el murmullo del calentador del agua que tampoco era la misma, ya no reconocía el timbre de los sábados por la mañana. El agua está tibia, pensó, pero claro...el verano está que amenaza. Lavó sus sábanas y limpió las alfombras, regó sus plantas y aireó sus páginas, pero claro...tú, creo que ya no estabas.
¿Ya te has ido? le sugirió al viento que aquella noche no le decía nada. ¿Te has ido y no me lo has dicho? le preguntó, de nuevo, medio dormida o, tal vez, medio borracha.
Sólo escucha el runrún de su cuerpo a esta hora,...No hay nada más, se convence, al final..., aunque quisimos, ¿no nos queda nada?
martes, 27 de abril de 2010
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Rayuela, capítulo 68
Julio Cortázar
domingo, 25 de abril de 2010
Correr
Podría correr sin parar hasta llegar al horizonte o llegar hasta mí misma...o hasta ti que nunca eres tú.
Necesito un rescate, un cable a tierra. Necesito que esta tarde que ya recuerda al estío, mis vestidos sean otros, mis pasos en pasillos menos conocidos y mi soledad más atrevida. También mi desvarío.
Huyo, me voy, no estoy. Me fui.
Lo malo es que no huyo de ti ni de los domingos; lo malo no es que me vaya, lo malo es que huyo de mi.
lunes, 19 de abril de 2010
Gotas
Siempre me he preguntado qué sentirán las gotas cuando se suicidan hacia el abismo que hay después del ojo; si al desparramarse en el pecho de otra persona o al desaparecer entre las fibras de un clínex, tendrán tiempo suficiente para rememorar los momentos más felices de su acuosa vida o para pedir perdón por todos los pecados que no han cometido.
Tampoco sé (y me gustaría), si llorar todo un día podría deshidratarme, o si el salitre que guardan daña el cutis o favorece las arrugas.
¿Es corta la vida de una gota? ¿o es tan larga como la pena que arrastran?
Quisiera saber el número exacto que alguien es capaz de soltar expresamente, porque hay algunas que se escapan; avisan, al uso, con un tenúe calor en el párpado, pero para entonces, no hay manera de pararlas. Y se dirigen, con alevosía y parsimonia hacia la superficie ocular de la vergüenza.
Algunas son tímidas y otras no tanto. Algunas pesadas como rocas y otras ligeras y sinuosas; las hay de tibieza media y sofocantes como el infierno.
¿Cuánto pesa una gota? ¿se mide su capacidad en mílilitros o en la cantidad de suspiros que se llevan a su paso?
Las hay tristes pero también contentas. Las he visto de colores y oscuras como la boca de un lobo. Analgésicas, divertidas, traicioneras, dicharacheras, adoloridas, lentas, individuales o en grupo...Siempre me he preguntado en qué idioma hablan las gotas.
miércoles, 14 de abril de 2010
Caricia
Sucede que, a veces, me muero de miedo.
Sucede que es más fácil perderse en el trazo impresionista de un cuadro que ordenar las palabras para que tengan sentido. Sucede que aún me pongo colorada cuando tengo vergüenza.
También ocurre que, en definitiva, me aterra lo efímero.
Y pasa que soy un collage de imágenes perfectas. Y añejas. Una maletita azul de fotografías viejas.
Sucede que, a veces, necesito una caricia. Y pasa que una caricia no es un arrumaco ni una carantoña, ni siquiera es una garatusa y, aunque se parezca, no es tampoco una lisonja. La caricia no es otra cosa que uno de tus dedos paseando por mi boca; cuando está caprichosa prefiere ser un abrazo callado y eterno y, a ratos, cuando duerme,se conforma con ser tus manos custodiando mi cuerpo.
lunes, 5 de abril de 2010
Cuevas
Esta mañana mi café está amargo, tampoco compré azúcar en la última compra que se me olvidó hacer la semana pasada. Se me caducan los yogures y por eso ya no los compro y me ahorro los bífidus activos y las desagradables pasas añejas que nadan impertinentes en muchos de ellos.
He soñado con pasteles parisinos y en kilos y kilos de chocolate negro y en slurps, ñams, craks y glubs estando en las cuevas; también he soñado contigo.
He encontrado mil formas en las sombras que hacía el fuego entre las estalactitas, la tuya la encontré cerca, colgando con maestría de la estalactita en la que me refugio.
He tenido una tregua que se ha despertado enfurecida porque quiere más cuevas y más orígenes y yo, traicionera, la he traido de vuelta a la locura de mi infierno. Sin explicaciones, sin rodeos...acomódate a las circunstancias y te callas. He llorado y como soy muy didáctica he contraido mi rostro y he lanzado sonidos espasmódicos acompañados de lágrimas y mocos para hacer honor a Cortázar.
El futuro estaba escrito en el cielo, entre la osa mayor y Casiopea. Y mientras lo descifraba, una pequeña serpiente marrón me explicaba la lírica de los poetas y hemos jugado con tu nombre y nos hemos abandonado a la retórica. Su retórica, zigzagueante, silenciosa y, a veces, dulcemente venenosa.
Cuando cae la noche la humedad de la cueva es igual de insportable que el ruido de los coches que pasan por mi calle o tan impertinente como una bombona de butano vacía. Más aún, igual de insportable que los ojos tristes y lejanos de quienes las suben a cuestas a mi casa y me roban cada vez un pedacito de alegría y dos euros de propina por bombona.
Las cuevas tienen historias de antediluvianos incendios pero sin cocinas ni aceites ni patatas fritas, incendios que duraron años y no dos minutos que podrían haber acabado con tu vida. Incendios sin manchas negras en paredes viejas, incendios con olor a roble y no a plástico de ferretería. Incendios sin gritos ni apelaciones ni platos sucios...solamente incendios sin cariños que se queman.
Las cuevas huelen a mañana, a estrellas y a dormidos cerezos y a soles que calientan. Huelen como huelo yo cuando callo, quizás al vacío, al origen o a té de jazmín frío con poco azúcar, para sentir el sabor de mi infancia.
Mi cueva guarda un tesoro y me pregunto si eres tú y te pido que no le pongas puertas ni cerrojos ni adivinanzas ni abretesésamos, sólo déjame entrar sigilosa, despacito y acurrucarme en aquella esquina, que ya tengo sueño y empieza a hacer frío.
sábado, 27 de marzo de 2010
Fata morgana
Estoy tratando de oirme en medio de tantas palabras y hay demasiado silencio en esta tarde callada. Me provoca el ocaso a correr hasta el horizonte,¿has visto tú el rayo verde?, ¿has oido de la Fata Morgana?
Te veía, te veía y no entendía tus ojos, te auscultaba y no escuchaba nada.
Estoy tratando de tocarme ahora que siento mi piel ingrávida, ya he nadado entre tus mares y he jugado con tus palabras.
¿Te he preguntado antes por el color de tus sueños? ¿Acaso sabes el material del que está hecha mi alma?
sábado, 13 de marzo de 2010
sábado, 6 de marzo de 2010
¡Pim, pom, fuera!
¡Pim, pom, fuera!...el tedio vespertino de la dominica.
¡Pim, pom, fuera!...el purgatorio y Dante con su cómica tragedia.
¡Pim, pom, fuera!...la quietud y el ansia.
¡Pim, pom, fuera!...la raíz amarga.
¡Pim, pom, fuera!...el voiyeurismo frustrante.
¡Pim, pom, fuera!...las pesadas cadenas del ánima.
¡Pim, pom, fuera!...las manos encogidas.
¡Pim, pom, fuera!...los agujeros en el pecho.
¡Pim, pom, fuera!...la piel gastada.
¡Pim, pom, fuera!...soñar bajito.
¡Pim, pom, fuera!...el crepúsculo triste.
¡Pim, pom, fuera!...la súplica callada.
¡Pim, pom, fuera!...y eleven las anclas.
¡Pim, pom, fuera!...ahora tú la llevas.
sábado, 27 de febrero de 2010
Remiendos
Vuelvo a caminar por los mismos antiguos adoquines vigilantes de Montmartre. Vuelvo a dar los pasos y a reconstruir mi identidad nuevamente.
Los caballos verdes de Sacré Coeur me siguen mirando con la misma expresión vetusta de siempre. Las panaderías siguen intactas y sus olores dulces me seducen como cuando era niña.
Cuando era niña, también correteaba por estas calles.
Me esculpo como una escultura de arcilla...poco a poco y cuando se triza, un remiendo y el tiempo para curar las heridas.
Cuando me trizo vuelvo siempre a los lugares conocidos. Cuando se me triza el alma, la encuentro a pedacitos esparcida en mi mundo. Mi mundo de dunas de arena gaditanas, de montañas australes e imperecederas, de calas de piedra de la tramuntana. Ahí estoy yo esculpiendo mi alma, sobre la duna donde te dejé fundirte con el tiempo, mirando como se duerme el sol anaranjado sobre los Andes o buscando mi origen en la isla de la calma.
miércoles, 17 de febrero de 2010
El tiempo
Otra vez la noche callada y la ausencia tejiendo el tiempo que se me acumula entre los recuerdos.
El tiempo que, a veces, se para en tu boca...el mismo que encuentro a jirones esparcido en la cocina, rociado entre mis libros, escrito en los papeles, colgando de mis vestidos, navegando en mis perfumes,..a veces, incluso, canturreando en mis discos.
El tiempo que empieza a contarse a trompicones,...el tiempo que no ha llegado pero que ya se ha ido.
El tiempo que no sabe a nada, que no huele al alba, que no nos ha detenido intactos en ningún sitio. No correteamos en un hayedo rojizo, ni flotamos sobre el Pacífico. No hemos podido contar todas las dunas del Sahara, ni me cambiaste por 24 camellos amarillos. No nos descubrió la luna aquella noche que no había luna,tampoco me alumbran ya las luciérganas australes, ni mi sudor se mezcla con el tuyo.
Ya no me salva un beso del abismo de las noches sin sueño, ni mis sueños desembarcan en el puerto de tu pecho.
El tiempo que hace piruetas y acrobacias con el cariño; el tiempo que, como un saltimbanqui, se enrosca, vuela y desaparece como un ladrón con mis caricias.
El tiempo canalla que se esconde y aparece dando brincos.
El tiempo sutil y grotesco que no perdona.
El tiempo sabio y el tiempo niño, el tiempo sucio y el tiempo contigo.
martes, 5 de enero de 2010
Esperpentos
Vive tu melancolía, le dice al oido mientras lo mira con ojos que parecen querer entrar en él; instalarse en su pecho y no salir de ahí nunca más. Acurrucarse en el vacío que le han dejado las caricias de otra.
Eso quiere ella.
La paciencia es mi mayor característica, le alerta tranquila ante los súbitos y estrepitosos accesos de impaciencia que le surgen a Carlos cuando se da cuenta de que el amor no mana.
Y ¿qué puedo hacer ahora cuando el arrastre de la corriente me ha llevado tan lejos? ¿Ahora que nado en las aguas profundas del cariño por la sola inercia del movimiento cómodo y conocido de la marea?
Pero la marea, a veces se estremece y se despierta hambrienta. A veces, la marea se transforma y saca garras y grita y desgarra su garganta convertida en una imagen esperpéntica.
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